te sentás en un bar, y uno con un celular y una agenda te vende un fideicomiso.
abris los mails y te venden 2000 rendercomisos.
el síndrome cancha de paddle, una vez mas, ataca a nuestra sociedad polirubro.
la arquitectura no tiene nada que decir ante el rinde de la tir, ante los campeones sabelotodo que en un cocktail en 10 minutos cierran negocios brillantes, ante los suplementos en cualquiera de sus formatos que venden lo que sea al mejor postor.
en nueva cordoba, el exito mas rutilante en terminos de desarrollo pasó a ser aquel que logra construir la losa mas fina, ya que eso te permite sacar un piso mas, dado que el código, es morfología fija y ahí adentro que dios y la calculadora de tu inversor te ayude!
la sociedad del espectáculo, ya ni espectáculo da.
hace pocos días, murió mario roberto alvarez.
todos diciendo maestro de aquí, maestro de allá, pero los edificios parecen no registrar al maestro.
admito que los edificios de mra+a están siempre bien, a veces muy bien, a veces increíblemente bien.
pero a mi , en lo particular, lo que siempre me maravilló de esos edificios, lo que si me emociona mas allá de la razón, es la grandeza y la dignidad de los lugares intermedios: sobre todos los halles, en todas sus versiones, siempre.
ahi si, siempre encontré ese plus que te da la pista de lo admirable.
los arquitectos nos debemos al espacio en el tiempo, no a la renta.
en una época cada vez mas mezquina,
aquí desde AFRa,
salud a la grandeza de sus edificios, don alvarez.