Pasar por una obra mas de 20 años
después, y descubrirla remozada, mantenida, cuidada, digna.
Eran los 90 y queríamos probar esos
materiales que espiabamos en las publicaciones (que eran papel, internet no
existía...) La Croquis nos provocaba con esa inexplicables texturas de obras
perfectas, e hicimos lo posible por llegar al parnaso material de la madre
patria. Incluso mas allá del sentido común.
Pero finalmente logramos usar esos
tableros de madera contrachapada, importados en esas pequeñas ficticias
ventanas integradoras de fugaces aperturas económicas (que destruyen la
industria local,o la fuerzan a superarse según las bibliotecas)
Después resultó que la incidencia del
UV del sur del mundo era mas fuerte que el europeo, y los tableros expuestos al
oeste se quemaban y decoloraban, pero aquí los pusimos hacia el sur, y
sobrevivieron.
Allí está este pequeño edificio de
vivienda colectivo, donde buscamos que la parte y el todo no se expresaran en
su obviedad, trabajando la fachada como un todo sin que necesariamente se
leyeran su planta libre, y las unidades duplex y simples que alberga.
La madera como plano integral, lleva
a la calle pública la calidez hogareña, y en su vocación de cajita feliz, elude en esa época tan productora de desigualdad social la necesidad de
recurrir a la reja, uno de los tipos emergentes mas representativos de ese
período de nuestra cultura.
Paseando por la calle Don Bosco
20 años y sostiene.
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