No es este el texto que mas me hubiera gustado escribir para
retomar este espacio después de tanto tiempo.
Pero sin duda es ineludible, e intentaremos que esté a la
altura, sabiendo que difícilmente puedan unas líneas agradecer como se merece,
habernos iniciado y guiado en el aprendizaje de la arquitectura y el ser
arquitectos de la forma en que lo ha hecho.
Lo primero, y tal vez mas importante, es que aún habiendo
conocido de su mano tantos vericuetos disciplinares, tanta arquitectura, tantas
herramientas proyectuales, y aun siendo socio de uno de los estudios mas
importantes de la Argentina, a Javier Sanchez Gomez, de él hablo, siempre lo menciono
como una gran persona. Javier, antes que un notable arquitecto como lo fue,
siempre será para mi, una mejor persona.
Supo hacernos entender el valor del trabajo y del esfuerzo;
siempre hizo hincapié en el valor de la educación pública, que permitía a un sencillo
hijo de almacenero, adquirir herramientas y argumentos que le permitieran ampliar
sus posibilidades hasta volverse un actor importante en su sociedad, como supo
contarnos en su caso. Su españolidad, su galleguez, le daban una pátina de
dureza, de seriedad, siendo que en el fondo se podía acceder a un tipo
divertido, y humano; hay algo en él que siempre asocié a mi padre, y de alguna
manera, Javier ha sido para varios en AFRa, y para mi en particular, un padre
disciplinar.
Me gusta recordarlo también bailando arriba de una mesa en un
festejo de la Cátedra en la casa de Ceso Carena, o divertido y compinche en el
casamiento de Satur. Y siempre me gustó mucho el dúo que supieron armar con
Florita; siempre, y sin tampoco conocer tan en profundidad o idealizando,
valoré ver en ellos una pareja pareja, un duo, pareja, socios, profesores,
compañeros; difícil apreciar la pérdida que implica la partida de Javier para
la querida Florita, a quien abrazamos al igual que a Joaco, y toda la familia.
También ha sido un ejemplo como cabeza de su proyecto
académico, enseñándome, al menos a mi, como ser un líder sin necesidad de
imponer; simplemente, siendo la referencia.
Si en AFRa consideramos a Javier como un padre en nuestra
formación, en el Taller Nación lo consideramos la piedra basal sobre la cual
hemos en el tiempo, construido nuestro propio proyecto académico.
Y en lo personal, quiero agradecerle por siempre, que haya
aceptado, y supongo así lo habrá sentido, la invitación que le hiciera a
presenciar mi ponencia en el Concurso de Titular, que finalmente nos permitió
dar vida al Taller Nación, pero que yo quise cargar de sentido al transformarla
en una suerte de homenaje y agradecimiento a contadas personas que entendía
habían sido muy importantes en mi formación disciplinar, con Javier como el referente
mas importante, que invité aquella jornada, y que él , en un gesto mas de su
humanidad, y aun con algunas dificultades, vino a presenciar, dándole a mi
ponencia sin dudas, otra dimensión.
Javier sigue el viaje, pero deja una enorme obra, y esa otra
obra, que son su familia de sangre, y la otra en todos aquellas camadas que nos
formamos con él, y en todo lo referido a su trayectoria académica.
Nos queda a quienes lo heredamos, honrar su herencia,
construyendo nuevos espacios, nuevas herramientas, ampliando el alcance de
nuestro labor, pero manteniendo algunos valores que Javier supo transmitir, y
que son indispensables para formar, además de buenos profesionales, mejores
personas.
Buenos Aires, 9 de febrero de 2020
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