lunes, 10 de febrero de 2020

Javier Sanchez Gomez


No es este el texto que mas me hubiera gustado escribir para retomar este espacio después de tanto tiempo.
Pero sin duda es ineludible, e intentaremos que esté a la altura, sabiendo que difícilmente puedan unas líneas agradecer como se merece, habernos iniciado y guiado en el aprendizaje de la arquitectura y el ser arquitectos de la forma en que lo ha hecho.
Lo primero, y tal vez mas importante, es que aún habiendo conocido de su mano tantos vericuetos disciplinares, tanta arquitectura, tantas herramientas proyectuales, y aun siendo socio de uno de los estudios mas importantes de la Argentina, a Javier Sanchez Gomez, de él hablo, siempre lo menciono como una gran persona. Javier, antes que un notable arquitecto como lo fue, siempre será para mi, una mejor persona.
Supo hacernos entender el valor del trabajo y del esfuerzo; siempre hizo hincapié en el valor de la educación pública, que permitía a un sencillo hijo de almacenero, adquirir herramientas y argumentos que le permitieran ampliar sus posibilidades hasta volverse un actor importante en su sociedad, como supo contarnos en su caso. Su españolidad, su galleguez, le daban una pátina de dureza, de seriedad, siendo que en el fondo se podía acceder a un tipo divertido, y humano; hay algo en él que siempre asocié a mi padre, y de alguna manera, Javier ha sido para varios en AFRa, y para mi en particular, un padre disciplinar.
Me gusta recordarlo también bailando arriba de una mesa en un festejo de la Cátedra en la casa de Ceso Carena, o divertido y compinche en el casamiento de Satur. Y siempre me gustó mucho el dúo que supieron armar con Florita; siempre, y sin tampoco conocer tan en profundidad o idealizando, valoré ver en ellos una pareja pareja, un duo, pareja, socios, profesores, compañeros; difícil apreciar la pérdida que implica la partida de Javier para la querida Florita, a quien abrazamos al igual que a Joaco, y toda la familia.
También ha sido un ejemplo como cabeza de su proyecto académico, enseñándome, al menos a mi, como ser un líder sin necesidad de imponer; simplemente, siendo la referencia.
Si en AFRa consideramos a Javier como un padre en nuestra formación, en el Taller Nación lo consideramos la piedra basal sobre la cual hemos en el tiempo, construido nuestro propio proyecto académico.
Y en lo personal, quiero agradecerle por siempre, que haya aceptado, y supongo así lo habrá sentido, la invitación que le hiciera a presenciar mi ponencia en el Concurso de Titular, que finalmente nos permitió dar vida al Taller Nación, pero que yo quise cargar de sentido al transformarla en una suerte de homenaje y agradecimiento a contadas personas que entendía habían sido muy importantes en mi formación disciplinar, con Javier como el referente mas importante, que invité aquella jornada, y que él , en un gesto mas de su humanidad, y aun con algunas dificultades, vino a presenciar, dándole a mi ponencia sin dudas, otra dimensión.
Javier sigue el viaje, pero deja una enorme obra, y esa otra obra, que son su familia de sangre, y la otra en todos aquellas camadas que nos formamos con él, y en todo lo referido a su trayectoria académica.
Nos queda a quienes lo heredamos, honrar su herencia, construyendo nuevos espacios, nuevas herramientas, ampliando el alcance de nuestro labor, pero manteniendo algunos valores que Javier supo transmitir, y que son indispensables para formar, además de buenos profesionales, mejores personas.
Buenos Aires, 9 de febrero de 2020