¿Para qué hay tanta tecnología de esa que resuelve todo más
rápido y eficientemente, si cada vez tenemos menos tiempos para pensar y
escribir?
cómo es que el supuesto tiempo que dispondríamos gracias a
los nuevos procesos digitales terminamos usándolo para más de lo mismo, pero
con menos rendimiento a nuestro favor?
¿Para quién trabajamos más si hemos perdido ese saldo
favorable de tiempo que nos otorgaría la revolución tecnológica-informática?
Por más de un motivo aquí hemos perdido tiempo de reflexión,
registro y comunicación de lo que hacemos:
por un lado, porque buena parte de ese capital que el Estudio ha sabido construir, fue a continuar su evolución ampliada en los
registros en redes y en sendos libros del proyecto académico del Taller Nación.
Si uno quisiera seguir la pista de lo que pensamos y
registramos aquí durante tanto tiempo, probablemente se encuentre allí,
ampliada en el formato de un espacio colectivo más amplio y potente; pero cada
tanto, en algún espacio que los veranos suelen ofrecer, se dan oportunidades
para algún repaso de proyectos, periodos y procesos aquí en AFRa, mucho más
acordes a los tiempos de la arquitectura, que fueron cooptados y deformados por
las exigencias neuróticas de las redes sociales en temporalidades histéricas
que nada tienen que ver con la cadencia y el tiempo real de la arquitectura.
Los tiempos para que un proyecto se vuelva obra son
diametralmente opuestos a la demanda de alimentar feeds, y a la instantaneidad
de Instagram, y la experiencia de un espacio en el tiempo no tiene nada que ver
con Pinterest.
Sin embargo, una vez más, la idea y la ilusión que viene
aparejada con el Progreso, desplaza y modifica territorios estables para
redefinirlos (Bruno Latour), en este caso el de la materia y el espacio como
emblemas de la arquitectura, a favor de la ilusión y la imagen como nuevo
paradigma de un futuro mejor.
En ese desmadre de sentido, se ha vuelto imperioso entender
como relacionar lo que hacemos y proponemos con quienes deben recurrir a
nuestros servicios, ahora que además de hacer todo lo que hacemos, debemos
ocuparnos de ser nuestros propios canales de difusión, en un broadcast infinito
donde ya es imposible evaluar o distinguir entre un ladrillo y un pixel, un
edificio y un render, o un historial construído en el tiempo, de las tendencias dictadas por un influencer.
En ese maremágnum, que afecta lo laboral, y la construcción de sentido,
quien valida?
quienes imponen la agenda? quienes determinan lo que está
bien y lo que está mal,
quien impone el último grito de la moda?
En ese escenario, en estos últimos meses
transcurridos, quizá mas allá del año, y más allá de los proyectos y obras que
compartiremos de este periodo, fuimos participando de algunas diversas
actividades y situaciones, que pueden hilvanarse y relacionarse en línea con
esta inquietud que les compartimos, y sobre las que nos gustaría sacar algunas
conclusiones, siempre con la idea de reafirmar o ajustar el rumbo, siempre con
la vocación de provocar la discusión y el debate, y siempre, y esto es determinante
para nosotros, con la idea de entender el espíritu profundo de la época y darle
así sentido a lo que hacemos cada día desde hace años.
Escribir y dejar registro es a esta altura, un hecho
contracultural; no solo por el tiempo que escribir supone (tiempo de reflexión
y tiempo de escritura) sino, por la extendida idea de que ya casi nadie lee.
Intentaremos, a nosotros tampoco nos resulta sencillo, no
perder esa tradición que en AFRa siempre supuso que escribir es parte de
nuestra obra, a veces como una reflexión de lo hecho, a veces como una flecha
disparada hacia dónde queremos ir.
Es fácil distraerse o perder de vista los lugares que nos
interesan; y leernos, leer lo que fuimos dejando en esta bitácora durante
tantos años nos enfoca, nos reafirma, o en todo caso nos ayuda a entender
porque o que ajustar, de donde venimos, y como escuchamos por allí,
velar por nuestros intereses,
siempre y cuando esos intereses no atenten contra nuestros
principios.
(este texto había quedado en borrador desde principios del año 25, pero sigue siendo válido, y hoy es un buen día para compartirlo)
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