viernes, 30 de marzo de 2012

la precuela de ciudanza





año 2008
nuestra relación con la ciudad en los límites.

algunas imágenes del taller que Diana Szeinmblum+AFRa/Pablo Ferreiro dieron en el marco del festival de danza de la ciudad en diciembre de aquel año.

de las investigaciones para el trabajo, a partir de la noción de sentimiento oceánico que decidimos investigar para la ocasión:
La expresión “sentimiento oceánico” ya la utilizaba Freud, quien a su vez la tomó prestada de su amigo el escritor Romain Rolland, para describir experiencias místicas, esto es, lo que ahora los psicólogos definen como estados modificados de la conciencia. Este sentimiento oceánico se caracteriza por una sensación de misterio y de naturalidad indisociables, una sensación de plenitud, de unidad, de simplicidad, de eternidad, de serenidad. Pero esto no tiene lugar en el encuentro con un ente superior, no es sólo la trascendencia. Es lo que el filósofo André Compte-Sponville denomina “mística de la inmanencia”, la sensación de ser uno con la naturaleza, uno con el todo. Romain Rolland lo denominó sentimiento oceánico porque somos uno con todo, como la ola o la gota de agua son uno con el océano. El ser humano es tan sólo una parte de un todo... De grado o por fuerza, el individuo deja que su yo se desvanezca, terrorífica o felizmente arrastrado por la unanimidad de la muchedumbre innumerable. Es ésa una vivencia que, en sus instantes de mayor ardor y placer, se iguala a la embriaguez o al mareo o a la lasitud, una especie de desvanecimiento transitorio que descarga. El individuo ya no está propiamente en estado de vigilia, sino en un estado de ensoñación, de fantasía, en la que se esfuman los confines de la propia identidad. Uno sólo es uno más y nada más...
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